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viernes, 11 de junio de 2010

Mandalay, sus 20 millones de dólares y nuestro futuro

La depredación de lo público no es una actividad que sólo sea practicada por los políticos, siempre existirá aunque sea una pata privada en la mesa de negociaciones. Los delitos ecológicos, para poner un ejemplo, no son robos sino depredaciones tan evidentes como lo sucedido en estos días con el médano de 310 y playa. Las advertencias que sólo desde nuestro programa se venían realizando desde el verano pasado, no fueron tomadas en cuenta por las autoridades.. para el resto de la población se convirtieron en chimentos de este trastornado que está a la tarde por Impacto.

También hemos venido insistiendo desde hace un año que los señores funcionarios deben presentar y hacer pública su declaración de ingresos y bienes. No existe voluntad política de efectivizarlo. Todos se hacen los distraídos. Igual que con la advertencia del emprendimiento inmobiliario.

El señor presidente del HCD, ayer, ante mi requisitoria, expresó que él no estaba al tanto del emprendimiento, que no conocía sus características, que no había visto los planos…

Cuando le hablé de 20 millones de dólares, bajó la cabeza…

Se puede ser distraído ante un plano, NO ante 20 millones…

Todos hablamos de la que se llevan, de los negociados, de la falta de transparencia, de la madriguera donde ocultan los comprobantes que nos demuestre qué se hizo con la plata.

Es escéptica y superficial una sociedad que no les hace pagar las consecuencias de sus actos a políticos que han sido denunciados como corruptos. Se apasiona con el chimento, lo consume como si se tratara de noticias aparecidas en revistas de la farándula. Hay una disposición a creer cualquier cosa de cualquiera, y por lo tanto a pronunciar la peor de las frases de la antipolítica: "todos son corruptos".

Nadie se vuelve menos alerta ante la corrupción por falta de datos, porque los datos abundan.

Cerca del poder o en él, se sabe que existen oportunidades. Sólo algunos individuos priorizan una ética y moral que fue manifestada a aquellos que no tienen esas oportunidades. Esta desigualdad entre representantes y representados es peligrosa siempre, porque el representante sabe antes que el representado de dónde puede sacarse una tajada. Por otra parte, el representante tiene más posibilidades que el representado de inventar un discurso que justifique sus acciones. El más habitual hoy es el de los costos de la política. Los partidos necesitan financistas privados a los que se retribuye con contratos del Estado. Y esto sucede en todos lados, hasta en una apacible y pequeña ciudad costera.

La moral tiene un mejor terreno para implantar su discurso: se sabe que no hay que delinquir porque está mal, pero también porque existe la pena apropiada al delito.

No existe en nuestro HCD o en el Poder Ejecutivo una norma legal por la cual los funcionarios salientes demuestren que se retiran solamente con lo que trajeron puesto. Y lo que es peor aún, no existe un antecedente de valor pedagógico, que los amilane.

Para que un chisme deje de serlo debe convertirse en denuncia... debemos ser más de 20.000 vecinos en condiciones de efectivizarla. Los corruptos dejaran de serlo cuando uno de ellos termine encarcelado.

La otra corrupción, directamente política, es la que sucede con el manejo discrecional de los fondos públicos. Cuando algunas organizaciones sociales reclaman que los subsidios no sean manejados por los intendentes, hacen centro en una estrategia de poder que confunde las lealtades electorales con los medios para conseguirlas.

Dejando de lado la posibilidad de que esos intendentes realicen actos de corrupción que los favorezcan directamente, lo que hacen es utilizar fondos que no les pertenecen, administrándolos en su favor o en el del gran caudillo que los adjudica. El carácter intrínsecamente corrupto de esta maniobra tiene tanto que ver con el uso político de fondos sociales como con las ocasiones de enriquecimiento personal de los jefes municipales que son responsables del desvío. Volver sobre estos casos es politizar la corrupción, porque estas maniobras realizadas con fondos públicos afectan derechos de la ciudadanía.

Para finalizar me parece oportuno utilizar una frase de Beatriz Sarlo, “Simplemente, si son corruptos no deberían gobernar y si gobiernan no deben ser corruptos.”

Eduardo Stivale.

Proyección 2011.

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