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martes, 8 de junio de 2010

La fiesta

La excusa el Día del Periodista. El lema: la cena del periodismo independiente. Finalmente fue una fiesta. Sin trofeos, sin regalos, sin mención a nombres propios. Solamente una fiesta. No con la misma fastuosidad que las fiestas de fin de año, pero es habitual que algunas empresas de comunicación hagan fiesta para los periodistas de los medios en su día, y también que algunas compañías manden regalos a editores para esa fecha. La relación entre “protagonistas” o empresas con periodistas es común, compleja y, en muchos casos digna de una mayor discusión. Como es el caso de lectores u oyentes de noticias, que aparecen como rostros de comercios y algunos periodistas son la voz de sus tandas comerciales en las radios. Mal o bien, estás prácticas son un hecho y a pesar de estar muy lejos de la vulgaridad de exigir una fiesta a un empresario de billetera fácil, lo que sorprende es que no se discutan con mayor profundidad.
Los periodistas, los serios, son sinónimo de credibilidad y es por eso que las empresas quieren sentirse indentificados con ellos. Pero es precisamente la credibilidad lo interesante de esta relación.
Esto aparentemente no lo saben la mayor parte de los periodistas de nuestra ciudad, que teniendo la posibilidad de crear un tipo de periodismo independiente y serio (sin ser grave) prefieren ser parte del show. No me parece negativo que haya periodistas que se sientan cómodos trabajando para el oficialismo, mientras mantengan su independencia de opinión.. De hecho, se puede hacer muy buen periodismo de la gestión municipal, pero el “Festival de la obsecuencia” potencia los peores defectos de la profesión: protagonismo innecesario, ignorancia profunda, falta de sensatez y opinión sin fundamento.
Estoy convencido de que la transformación que están viviendo los medios -y la forma de hacer periodismo, también- modificarán los códigos de la profesión. La ética -que siempre fue la reserva moral de los medios para defender su integridad de errores inevitables- ya pertenece a las audiencias, como la generación de contenidos, la distribución y la participación. Pero eso no quiere decir que los medios no resguarden una conducta mínima que no deteriore la profesión, porque finalmente la entrega mansa a cambio de un salario lo que hace es sólo eso. Lo bueno es que los periodistas son capaces de abrir una discusión sobre sus faltas como ninguna otra profesión.
Ojalá que los futuros periodistas se rebelen. Ojalá que a pesar de enfrentarse a un escenario complicado intuyan que hoy el Periodismo es más necesario que nunca y sean conscientes de que los medios, sumergidos con el politiqueo, están ignorando esas historias anónimas que definirían el extraño momento que estamos atravesando. Ojalá que no sean cínicos, que ejerzan una crítica implacable contra esos personajes que desde hace algún tiempo inundaron las pantallas y no han servido más que para sembrar la creencia de que es legítimo contar la vida color rosa y decir que son objeto de ataques despiadados, sólo porque todavía quedan algunos pocos con libertad de pensamiento. Ojalá que no sean mansos y no se dejen arrastrar por esa corriente venenosa que consiste en acudir a las ruedas de prensa para tomar nota sin rechistar. Ojalá que sean tan honrados como para desconfiar del político que les paga un viaje convirtiéndolos en parte de su corte. Ojalá que entiendan que el mejor periodista, en contra de la práctica tan habitual en nuestra ciudad, es el que se mantiene lejos del poder, y no el que alardea de estar en la pomada. Ojalá que defiendan la dignidad de su oficio y que aspiren a ser profesionales, y no eternos amateurs. Ojalá que tengan el amor propio necesario como para dar más de lo que se les pide y que no lo hagan por el medio, sino por ellos mismos. Ojalá que entiendan que en esta situación económica que va a cambiar la vida de varias generaciones es necesario darle voz a los olvidados, y sólo un buen periodista puede hacerlo. Dada la precariedad del empleo, la docilidad es tentadora, pero ojalá que no sean dóciles, porque al margen de la invasión de los opinadores, que de manera gratuita exaltan (exaltamos) los ánimos de los ciudadanos, nos hace falta información. Ojalá que haya una nueva generación batalladora que demuestre que el Periodismo sigue vivo, que a lo mejor los que estamos un poco muertos somos nosotros.
De un tiempo a esta parte han ocurrido cosas, los políticos agasajan sin ruborizarse a algunos profesionales de los medios de comunicación, en especial a los pobres asalariados que son hoy en día los periodistas. Ahora la oficina de prensa del municipio, ha organizado un sarao, guateque, tenderete o fiesta complaciente.... ¿Pero, es que nadie le va a contar a esta sociedad dormida lo que están haciendo estos políticos sin ética ni ciudadano que les duela?.
¿Pero, cómo es posible que un gobierno agasaje a los periodistas, será para "agradecerles su trabajo y su colaboración"? Porque, entre otras razones, esta práctica de invitar a los periodistas está muy extendida. Ya saben, si se siente usted periodista agradecido, llame a Daniel Algarín y pídale una invitación para su fiesta. ¿Ése es el hombre que pretende dar lecciones de moral en Villa Gesell?

La crónica de lo acontecido, para los que no pudieron concurrir anoche.
Ambiente cordial. Buena y breve comida. Sensibles alocuciones.
Bellas muchachas…
Pese a lo fresca de la noche, generosos escotes.
Algunas vecinas hacían alarde de sus atributos
Algunas saben lo que tienen y por eso lo presumen, razón por la que últimamente los hombres se han vuelto adictos a las celebraciones del día del periodista.
El gusto por unos senos y caderas prominentes es uno de los símbolos sociales que refleja cuán importante es para las mujeres sentirse atractivas y seductoras .
Cuando las presentaciones y las palabras dieron paso a Cachito Ludueña, se produjo el gran duelo de caderas
Sí chicas, no saben lo que se perdieron, caderas, piernas y glúteos firmes y sexys. entraron en ebullición, no les puedo decir como se movían esas pipitas…
Hacía rato que no veía contonear las partes más carnosas del cuerpo femenino de esa forma. Quedé anonadado, en cualquier momento -me dije- elegimos a la reina de “la artrosis de cadera”.
El caso es que tengo varias primaveras, y entre mi grupo de conocidos y amigos de fin de semana, tenemos a ciertas "amigas" -en pareja o no- que de vez en cuando se vienen con ganas de divertirse. Son chicas de muy buen ver que rondan los más de 35 y todas simpáticas pero solemnes, pero todas en busca de alguna alegría, por eso codean al gordi, y le sugieren salir a bailar…
Todas ellas parecen salidas de la película "sexo en new york" y si bien es cierto, que esta forma de vestir y esa manera de vivir la vida, de su mujercita, a cualquier hombre le despierta el instinto, anoche, hubo algunos que se resistían.
Fue ahí que se volvió todo desparejo, de repente la pista de baile se congestionó…de bellas geselinas y pocos valientes geselinos. Comenzaron las quejas, inclusive apoyadas por el showman desde el escenario, “como siempre hay escasez de hombres”, se escuchó lamentar y entonces tuvieron que bailar entre ellas y finalmente lo pasan tan bien o mejor que con su pareja.
Tenemos que asumir nuestra realidad, son poderosas y capaces de suplir cualquier falencia, acostumbrémonos a compartir a las cada vez más atractivas y seductoras geselinas con aquellas que todavía mantienen el fuego sagrado de la alegría y las ganas de vivir, aunque sean ellas mismas.

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